Author: Luis de León
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Languages : es
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De los Nombres de Christo, en tres libros, por el maestro Fray Luys de León. 3a impressión. - La Perfecta casada... 3a impressión
British Museum Catalogue of printed Books
The National Union Catalog, Pre-1956 Imprints
The British Museum Catalogue of Printed Books, 1881-1900
Author: British Museum. Department of Printed Books
Publisher:
ISBN:
Category : English literature
Languages : en
Pages : 812
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Category : English literature
Languages : en
Pages : 812
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Author-title Catalog
Author: University of California, Berkeley. Library
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Category : Library catalogs
Languages : en
Pages : 1014
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Category : Library catalogs
Languages : en
Pages : 1014
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Delos Nombres de Christo ... Quarta Impression, en Que Va Añadido El Nombre de Cordero, Etc. (La Perfecta Casada ... Quarta Impression Mas Añadida Y Emendada.).
De los Nombres de Christo : en tres libros por ... fray Luys de Leon
La perfecta casada por el maestro Fr. Luis de Leon
De Los Nombres de Cristo
Author: Luis de Leon
Publisher: Createspace Independent Publishing Platform
ISBN: 9781981194209
Category :
Languages : es
Pages : 534
Book Description
De las calamidades de nuestros tiempos, que, como vemos, son muchas y muy graves, una es, y no la menor de todas, muy ilustre se�or, el haber venido los hombres a disposici�n que les sea ponzo�a lo que les sol�a ser medicina y remedio, que es tambi�n claro indicio de que se les acerca su fin, y de que el mundo est� vecino a la muerte, pues la halla en la vida. Notoria cosa es que las Escrituras que llamamos sagradas las inspir� Dios a los profetas, que las escribieron para que nos fuesen, en los trabajos de esta vida, consuelo, y en las tinieblas y errores de ella, clara y fiel luz; y para que en las llagas que hacen en nuestras almas la pasi�n y el pecado, all�, como en oficina general, tuvi�semos para cada una propio y saludable remedio. Y porque las escribi� para este fin, que es universal, tambi�n es manifiesto que pretendi� que el uso de ellas fuese com�n a todos, y as�, cuanto es de su parte, lo hizo; porque las compuso con palabras llan�simas y en lengua que era vulgar a aquellos a quienes las dio primero. Y despu�s, cuando de aqu�llos, juntamente con el verdadero conocimiento de Jesucristo, se comunic� y traspas� tambi�n este tesoro a las gentes, hizo que se pusiesen en muchas lenguas, y casi en todas aquellas que entonces eran m�s generales y m�s comunes, porque fuesen gozadas com�nmente de todos. Y as� fue, que, en los primeros tiempos de la Iglesia, y en no pocos a�os despu�s, era gran culpa en cualquiera de los fieles no ocuparse mucho en el estudio y lecci�n de los Libros divinos. Y los eclesi�sticos y los que llamamos seglares, as� los doctos como los que carec�an de letras, por esta causa trataban tanto de este conocimiento, que el cuidado de los vulgares despertaba el estudio de los que por su oficio son maestros, quiero decir, de los prelados y obispos; los cuales de ordinario en sus iglesias, casi todos los d�as declaraban las santas Escrituras al pueblo, para que la lecci�n particular que cada uno ten�a de ellas en su casa, alumbrada con la luz de aquella doctrina p�blica, y como recogida con la voz del maestro, careciese de error y fuese causa de m�s se�alado provecho. El cual, a la verdad, fue tan grande cuanto aquel gobierno era bueno; y respondi� el fruto a la sementera, como lo saben los que tienen alguna noticia de la historia de aquellos tiempos. Pero
Publisher: Createspace Independent Publishing Platform
ISBN: 9781981194209
Category :
Languages : es
Pages : 534
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De las calamidades de nuestros tiempos, que, como vemos, son muchas y muy graves, una es, y no la menor de todas, muy ilustre se�or, el haber venido los hombres a disposici�n que les sea ponzo�a lo que les sol�a ser medicina y remedio, que es tambi�n claro indicio de que se les acerca su fin, y de que el mundo est� vecino a la muerte, pues la halla en la vida. Notoria cosa es que las Escrituras que llamamos sagradas las inspir� Dios a los profetas, que las escribieron para que nos fuesen, en los trabajos de esta vida, consuelo, y en las tinieblas y errores de ella, clara y fiel luz; y para que en las llagas que hacen en nuestras almas la pasi�n y el pecado, all�, como en oficina general, tuvi�semos para cada una propio y saludable remedio. Y porque las escribi� para este fin, que es universal, tambi�n es manifiesto que pretendi� que el uso de ellas fuese com�n a todos, y as�, cuanto es de su parte, lo hizo; porque las compuso con palabras llan�simas y en lengua que era vulgar a aquellos a quienes las dio primero. Y despu�s, cuando de aqu�llos, juntamente con el verdadero conocimiento de Jesucristo, se comunic� y traspas� tambi�n este tesoro a las gentes, hizo que se pusiesen en muchas lenguas, y casi en todas aquellas que entonces eran m�s generales y m�s comunes, porque fuesen gozadas com�nmente de todos. Y as� fue, que, en los primeros tiempos de la Iglesia, y en no pocos a�os despu�s, era gran culpa en cualquiera de los fieles no ocuparse mucho en el estudio y lecci�n de los Libros divinos. Y los eclesi�sticos y los que llamamos seglares, as� los doctos como los que carec�an de letras, por esta causa trataban tanto de este conocimiento, que el cuidado de los vulgares despertaba el estudio de los que por su oficio son maestros, quiero decir, de los prelados y obispos; los cuales de ordinario en sus iglesias, casi todos los d�as declaraban las santas Escrituras al pueblo, para que la lecci�n particular que cada uno ten�a de ellas en su casa, alumbrada con la luz de aquella doctrina p�blica, y como recogida con la voz del maestro, careciese de error y fuese causa de m�s se�alado provecho. El cual, a la verdad, fue tan grande cuanto aquel gobierno era bueno; y respondi� el fruto a la sementera, como lo saben los que tienen alguna noticia de la historia de aquellos tiempos. Pero